En informática, el término Cookie (en ocasiones traducido directamente como galleta), hace referencia a la información enviada por un sitio web y almacenada en el navegador del usuario, de tal forma que el sitio web puede consultar la actividad del navegador.


¿Aceptar o rechazar?

Las cookies son, en muchos casos, un aliado que nos permite disfrutar de una navegación más fluida y personalizada. Recordar contraseñas o evitar contenido no deseado, se encuentran entre las ventajas que nos ofrecen las cookies, aunque también tienen sus detractores por distintos motivos.

Aunque las cookies no identifican personas concretas, sino cuentas de usuario, sí que ofrecen datos relevantes sobre hábitos de consumo online y de navegación. Estos datos son sensibles de ser usados por agencias de publicidad u organizaciones con el potencial de influir en nuestras decisiones como consumidores. Es por esto, que el debate sobre la conveniencia de aceptar o rechazar las cookies está sobre la mesa desde hace ya varios años, y está íntimamente ligado al debate sobre la privacidad online.


¿Aceptar o rechazar cookies?

La decisión sobre si aceptarlas o rechazarlas es puramente personal, y no tendrá una relevancia muy significativa en cuanto a la navegación se refiere. Si eres de los que se suelen olvidar de las contraseñas, tal vez te convenga aceptarlas, pero a nivel de usuario, su influencia no va mucho más allá.


Falsas creencias sobre las cookies

Contrariamente a lo que muchas personas creen, las cookies no tienen la capacidad de borrar datos de los discos duros de un usuario, ni leer información personal o generar ventanas emergentes. Su propósito es el de diferenciar usuarios, personalizar preferencias y establecer relaciones entre páginas de un sitio web.


¿Qué son las cookies de terceros?


Cuando un usuario accede a imágenes, vídeos, u otros componentes insertados en tu web, que están almacenados en un servidor que no es el propio, se generan las denominadas cookies de terceros. Estas cookies aportarán una valiosa información acerca de las preferencias de la cuenta del usuario en cuestión. Para controlar este flujo de información que muchos consideran éticamente reprobable, existen las legislaciones sobre cookies.


¿Qué dice la normativa europea sobre el uso de cookies?

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea, en su Sentencia del 1 de octubre de 2019, establece que es necesario el consentimiento del usuario para el uso de las cookies. La información relativa al uso de cookies debe ser mostrada al usuario, y este debe de tener la posibilidad de aceptarla o rechazarla. En nuestro post Acerca de la ley de cookies 2020, tratamos este tema más a fondo.

Des del momento en que se aprobó la normativa, el hasta entonces común Seguir navegando, pasó a considerarse insuficiente. El criterio actual, considera que continuar navegando no especifica la aceptación o rechazo de las cookies.

Otra modificación que supuso la entrada en vigor de esta normativa, es la prohibición de los muros de cookies. Este concepto hace referencia a la necesaria aceptación de las cookies para acceder a un determinado contenido, servicio o funcionalidad. Aunque se podrán utilizar estos muros siempre que se ofrezca una alternativa de acceso al servicio en cuestión sin la obligatoriedad de aceptar las cookies.


Los llamados muros de cookies están prohibidos por la normativa europea vigente

La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), concreta en su Guía sobre el uso de las cookies que no es necesario preguntar recurrentemente al usuario que acceda a un mismo sitio web. Aunque en la guía se califica de buena práctica, que la validez del consentimiento tenga un límite máximo de 24 meses.

Además, cada cambio en la política y uso de cookies deberá ser comunicado al usuario para que tome nuevamente la decisión de aceptarlas o rechazarlas. El usuario debe poder retirar en cualquier momento su consentimiento o modificar su decisión.


El futuro de las cookies de terceros, en el aire


El debate sobre la privacidad y el uso de los datos que obtienen las grandes (y no tan grandes) compañías tecnológicas está más candente que nunca. Hace poco conocimos las nuevas medidas que Apple quiere instaurar para proteger la privacidad de sus usuarios, y con las que pretende diferenciarse de su competencia y fidelizar aún más a sus usuarios. Lo explicamos en febrero en el post Apple nos cuenta que «los usuarios tendrán la palabra» y esto a Facebook no le gusta.

Pero Apple ya ha dado el siguiente paso con un conjunto de funciones que permiten al usuario ocultar su dirección IP, lo que afecta directamente al seguimiento que las empresas podrán hacer en sus campañas de email marketing. Puedes aprender más acerca de estas nuevas actualizaciones en nuestro post Newsletters para hoy ¿pan para mañana?.


FLoC, un nuevo modelo de segmentación

Con el debate servido, Google también está probando nuevas estrategias que garanticen su modelo de negocio y respeten la privacidad y la confianza de sus usuarios. Para lograr su objetivo, ya han iniciado la fase de pruebas de una nueva tecnología de inserción inteligente de publicidad, que puede suponer el inicio del fin de las cookies.



Esta nueva tecnología, conocida como FLoC (Federated Learning of Cohorts), se basa en el uso de cohortes o grupos de usuarios clasificados en función de sus intereses. Con este sistema Google podría prescindir de las cookies de terceros para efectuar un modelo de tratamiento de información personalizada.

Para que el modelo FLoC sea lo suficientemente preciso como para segmentar de forma óptima la publicidad, se requieren grandes cantidades de datos a los que únicamente gigantes tecnológicos de la envergadura de Google pueden acceder. Si este modelo de segmentación acaba ofreciendo mejores resultados que los utilizados hasta la fecha, supondrá para Google una ventaja considerable frente a su competencia. El modelo FLoC puede resultar revolucionario para que los anunciantes determinen con mayor precisión el target de su publicidad.


La legislación, tras la estela de las grandes compañías


Como ya viene siendo una constante en el siglo XXI, los gobiernos siguen yendo a rebufo de las grandes compañías tecnológicas. Las leyes se hacen sobre la marcha para intentar regular los cambios que afectan casi simultáneamente a los usuarios de Internet de todo el mundo. Aun así, la lentitud de la burocracia contrasta con la rapidez con la que los cambios se producen en el mundo digital.

La carrera por ser el máximo poseedor de información sigue siendo frenética. Y aunque se están explorando diversas vías y modelos que pretenden buscar el equilibrio entre privacidad y capacidad de generar negocio, los usuarios (y nuestros datos) seguimos estando en el centro de todas las miradas.


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