Durante la pandemia ¿la relación médico-paciente se ha digitalizado?
La pandemia de la COVID-19 es una de esas crisis que ya está transformando la historia, produciendo y acelerando cambios a gran velocidad.
Las grandes pandemias de la historia han tenido un papel transformador de nuestras sociedades a lo largo de la historia. La peste de Justiniano en el siglo VI, la peste negra en el siglo XIV o la Viruela en el Siglo XVI-1977 han transfigurado la sociedades en las que aparecieron, cambiando o influyendo decisivamente en el curso de la historia. Pero más recientemente, como nos recuerda y escribe Peter Baker en un artículo publicado en The Guardian: “la epidemia mundial de gripe de 1918 ayudó a crear servicios nacionales de salud en muchos países europeos , que junto a la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial prepararon el escenario para el estado de bienestar moderno”. O los cambios en salud y comportamiento social que provocó el VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana).
Nuestro diminuto protagonista, el SARS-CoV-2, sin embargo, a pesar de sus efectos negativos, parece que también será un motor de cambio en la sociedad. Hemos visto como debido al confinamiento obligatorio de la población, casi todas nuestras relaciones han pasado en gran medida del mundo físico al mundo digital. Y no son pocas, las nuevas iniciativas que hemos visto estos meses de confinamiento en muchos terrenos, las cuáles además han llegado para quedarse.
Si hay un sector que ha sido impactado en este sentido es el ecosistema de salud.
Hemos visto la situación de los hospitales y el heroico compromiso de los profesionales de la salud, y a la vez, la vulnerabilidad y la fragilidad que nos revela que somos radicalmente interdependientes. Hemos sido testigos de un despliegue de medios tecnológicos, forzados por la situación, la incorporación de elementos tecnológicos que generarán cambios definitivos en cómo nos relacionamos con la Salud. No es algo nuevo, ya estaba el sistema de salud apostando por las nuevas tecnologías como una forma de aproximarse virtualmente a los pacientes y facilitar esa comunicación visual y auditiva, pero ciertamente, y así lo han reconocido muchos sanitarios en estos días, en particular nos lo contaba recientemente el Dr. Rafael Micó Miembro de los grupos de trabajo de Gestión Sanitaria y Calidad asistencial, Cronicidad y Dependencia, Genética y Enfermedades Raras de SEMERGEN: “se ha realizado en horas lo que no se ha hecho en meses, años”, en la webinar titulada “Atención al paciente crónico en la era post -COVID-19”.
Y ello ha sucedido a todos niveles y especialmente en el terreno de las consultas médicas tanto a nivel público como privado, a nivel atención primaria como atención especializada.
Los Sistemas de Salud han tenido que adaptarse y transformarse digitalmente.
En algunos casos, acelerándose un proceso que ya se estaba implementando, y en la mayoría se han habilitado nuevas herramientas para que los sanitarios pudieran seguir con su labor asistencial de manera remota y la población tuviera más facilidades para realizar diferentes trámites que antes de la crisis hacía de forma presencial o con un mayor margen de tiempo.
Desde el inicio del confinamiento se ha realizado una inmensa e intensa labor divulgativa e informativa por parte de las Sociedades Médicas y las Sociedades de Pacientes, para transmitir en tiempo y forma a sus usuarios, los pacientes y la población en general, los consejos, información concreta y específica o avisos para un correcto manejo de la situación y sus patologías médicas correspondientes.
Al mismo tiempo se ha iniciado un uso rápido y colaborativo de los datos médicos y el uso del Big Data que ha generado la COVID-19 para entender el agente infeccioso que la causa, y lograr obtener agentes terapéuticos y el descubrimiento de una vacuna. Se han tomado decisiones epidemiológicas basadas en modelos matemáticos y nuestros sanitarios se han incorporado a ambiciosos proyectos como el ensayo clínico “Solidarity” auspiciado por la OMS. Los congresos científicos-médicos han sido, o bien cancelados, o bien sustituidos por reuniones virtuales , y todo ello en tiempo record.
En SEMERGEN (Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria) en una de sus webinars del programa “Semergen en Vivo” escuchábamos al Dr. Vicente Pallarés médico de Familia y coordinador del Grupo de trabajo de Hipertensión Arterial y Enfermedad Cardiovascular de la sociedad decir que “estamos asistiendo a una transformación de la relación médico-paciente”. O la de expertos de médicos en Atención Primaria titulada en la titulada “Manejo de pacientes crónicos y diagnóstico en remoto” , dónde se ha destacado que “recursos como las TIC en general, la telemedicina, el telediagnóstico, los telecuidados y las videoconsultas en particular, constituyen ahora más que nunca una gran oportunidad de mejora en la calidad asistencial de los pacientes“, así como coinciden en la necesidad de empoderar más al paciente buscando un correcto equilibrio entre el manejo de la telemedicina y el manejo presencial en pacientes crónicos.
También nos hemos hecho eco de la iniciativa “El Podcast del Paciente” que han iniciado en @FFPaciente y que pretende ser “la voz de las personas” y tiene como objetivo ahondar en el comportamiento de los pacientes y/o cuidadores, así como de sus necesidades de atención sanitaria. Y aprovechando esta herramienta del Podcast que es una forma excelente de formar a nuestra audiencia, con una comunicación hábil, precisa y conveniente además de con empatía y escucha activa.
La crisis ha destapado la necesidad de la telemedicina, el autocuidado y la revisión de terapias
Desde la SemFYC (sociedad española de medicina de familia y comunitaria) nos contaban: ” un sistema de telemedicina centrado en la medicina familiar permitirá proporcionar las mejores consultas posibles a nuestros pacientes, cuando las consultas cara a cara simplemente no son factibles”. Y hacían referencia a cómo desde WONCA World (Organización Mundial de Médicos de Familia) se reflexiona acerca de los grandes puntos a tener en cuenta en las formas de trabajar en el futuro y se muestra, cómo la tecnología ha facilitado la puesta al día en los temas más relevantes a los médicos y médicas de familia a nivel mundial.
Y cómo han adoptado nuevas e innovadoras formas de comunicación, para compartir estrategias ante los desafíos que se encuentran en su práctica diaria, sistemas nuevos y no probados para diagnosticar y evaluar a los pacientes, así como a la hora de tratar todas las enfermedades ‘normales’ de los pacientes, mientras han tenido que seguir las reglas del distanciamiento social.
La lectura interesante de todo esto es que estas tecnologías van a ser una necesidad y casi imprescindibles en la etapa que acaba de comenzar, el desconfinamiento, y en un futuro próximo, sobre todo para poder llevar a cabo el seguimiento de pacientes, las resolución de dudas o la continuidad de la prescripción médica.
El sistema de salud, por tanto, está cambiando para adaptarse al futuro y la adopción tecnológica está siendo un claro catalizador. Las herramientas digitales permiten dar una atención en salud a distancia, ayudan a mejorar en el diagnóstico y el control de la enfermedad y evitar visitas no esenciales.
¿Es la tecnología la “vacuna” que permitirá la adaptación de millones de personas a la nueva realidad y el acceso igualitario a las oportunidades?
En un estudio reciente de Global Workplace Analytics sobre el impacto prolongado que puede tener la COVID-19 en lo que al trabajo a distancia se refiere, se estima que entre el 25% y el 30 % de los trabajadores continuarán trabajando fuera de la oficina, flexibilizando los modelo de trabajo de las organizaciones y orientando sus estructuras hacia la optimización de la productividad.
Esta adaptación repentina e inesperada necesidad de habilitar una fuerza de trabajo remota, ha sido un desafío importante, pero era sin duda una inercia que ya existía y que de alguna forma se ha precipitado por las circunstancias. Tan sólo es cuestión de establecer protocolos y rutinas de trabajo que garanticen, y sin brechas de seguridad, la disponibilidad de dispositivos y herramientas adecuadas para que las organizaciones de salud puedan realizar sus tareas de forma normalizada.
Una vida digital no es sinónimo de anormalidad, al contrario, de facilitación.
En definitiva, la tecnología nos permitido el acercamiento entre personas que el virus nos ha impedido. La ventaja es que cuando el virus no esté la tecnología seguirá con nosotros y siempre ayudándonos. No hay que olvidar que es un medio no un fin. Como leíamos en un artículo del Doctor Salvador Casado titulado Apuntes de gestión para centros de salud:
“Cuestiones como la autogestión de los centros, la optimización de la tecnología existente, la disminución de la burocracia –para dotar de más tiempo y capacidad al profesional– e incentivar la creatividad, en lugar de castigarla, son formas de acción que habrá que atreverse a implementar. A la sociedad no le va a valer si en la próxima crisis no estamos mejor preparados”.
Igual que la pandemia nos ha revelado que el teletrabajo es una de las fórmulas productivas del futuro, vemos que es ya una necesidad. Lo importante es que todo lo hemos comenzado y testado, y ahora deberíamos incorporar en edades más tempranas y en todos los sectores. El trabajar en las capacidades tecnológicas como la seguridad y conectividad y manejar la propia agenda y el tiempo. El talento sabe manejar su tiempo. Si les habilitamos en lo digital y enseñamos, a los niños, a manejar su agenda, tendremos jóvenes y adultos más equilibrados que contribuirán a una sociedad más sana.
Sociedad, que posibilitará cada vez más esta nueva transformación de la relación médico-paciente, confiando plenamente en esta nueva concepción de Sanidad que parece ya hemos iniciado y en la que la prevención y la promoción de la salud serán las protagonistas en la COMUNIDAD. No en vano, la mayoría de profesionales sanitarios que hemos escuchado hablar estos días coinciden en haber aprendido mucho de la pandemia y todos han querido lanzar, de un modo u otro, a sus pacientes un mensaje de confianza en su saber hacer como profesionales sanitarios, independientemente de la tecnología o medio utilizado para atenderles y/o comunicarse con ellos.
Si lo hacemos bien, las sociedades digitales pueden ser más ricas y traer prosperidad a la mayoría de la población, todo depende de cómo hayamos potenciado las habilidades esenciales como la empatía, el pensamiento crítico, la comunicación, el trabajo en equipo, la creatividad, el esfuerzo, la escucha activa, la resiliencia, autocontrol, las denominadas Soft skills o habilidades blandas tan imprescindibles y a la vez tan demandadas en estos tiempos.
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