Glenn Close, protagonista de The Wife, sorprendió en la
la ceremonia de este año en los Golden Globe Awards. Al conseguir el premio a mejor actriz en la categoría de drama. Y su discurso emotivo lo dedicó a su madre.
Cuando fue a recoger su premio con gran emoción y algunas lágrimas ofreció un discurso que logró impresionar a la audiencia, y sobre todo a las madres allí presentes y todas las demás, cuando habló acerca de cómo el rol que le mereció el galardón se relaciona con su propia vida. Contó que había sido un trabajo de “mucha introspección”, pues “Me hacía pensar en mi madre, quien, realmente se dedicó a mi padre toda la vida y a los 80 años le dijo: ‘creo que no he logrado nada”.
Transcripción del discurso
Mi personaje es tan profundo, que me acordé de mi madre, que se complementó con mi padre durante toda su vida. Cuando tenía 80 años, me dijo: «Creo que no he conseguido nada en la vida». Estuvo tan mal eso. En toda esta experiencia he aprendido que se espera que nosotras, las mujeres, seamos las que apoyemos a los otros, que tengamos hijos, maridos o parejas. Pero tenemos también que conseguir objetivos personales y luchar por nuestros sueños. Tenemos que decir: «Yo puedo hacer eso y se me debe permitir hacerlo». Cuando era pequeña me sentía como Muhammad Ali, que estaba destinado a ser un boxeador. Yo, de la misma manera, estaba destinada a ser una actriz. Yo veía las primeras películas de Disney y decía: «Yo puedo hacer eso». Y aquí estoy ahora. En septiembre se van a cumplir 45 años desde que comencé a trabajar como actriz y no puedo imaginar una vida mejor”.
Pues esto a su vez ha originado otros textos inspirados en esas palabras o han sido interpretaciones libres, que se han ido viralizando por las redes sociales como si fuera auténticas palabras de Glenn Close. Y todo el mundo lo ha dado por cierto. Pero aunque no las haya dicho la actriz, no deja por ello de ser palabras muy bonitas y por eso las cito a continuación, pues me las pasó Marisa Torres, que es la razón de que haya escrito este artículo.
Roy Galan, un blogero, en su cuenta de Facebook, escribió este artículo y porque le salió del alma, me imagino. Se ha viralizado como si hubiesen sido las mismas palabras que dijo Glenn Close y no es así, pero no por ello menos válidas:
¿Nada? Después de criar a cinco hijos. Después ceder un trozo inmenso de su existencia. Después de cuidar a los demás. Nada.
Damos por sentadas a nuestras madres. Les exigimos y esperamos todo de ellas porque sí. Y con nuestro nacimiento les arrancamos para siempre su condición de mujeres más allá de la maternidad.
Las ridiculizamos al imaginarlas como cuerpos que desean y quieren ser deseados. Nos avergonzamos si las vemos dudar, si descubrimos sus incoherencias, si se salen de lo establecido de lo que ha de ser una buena madre. Nos enfadamos si observamos que se quieren salir del redil de madre porque nos da miedo porque eso podría hacer que las perdiéramos.
Somos auténticos tiranos y tiranas. Que no agradecemos ni reconocemos nada. Como si fuera lo que le tocaba y ya está. ¿Y la mujer que hay dentro de nuestras madres? Las madres necesitan espacio y tiempo. Para conocerse más allá de sus hijos e hijas. Más allá de sus parejas.
Las madres necesitan realizarse lejos de la familia también. Para abrazar sus sombras. Y para eso necesitan que sus parejas estén implicadas al 50% en la educación, crianza y trabajos del hogar porque es su responsabilidad. Pero también hijos e hijas que no se inmiscuyan en sus decisiones libres.
Que no las traten como niñas o como idiotas. Que las respeten. Que las animen a construir lugares fuera del hogar. Que las vean más allá de lo que representan. Para que así no lleguen al final de sus vidas sintiendo que no
hay ningún logro en ellas. Cuando lo han dado absolutamente todo. A cambio de
nada.
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