Los bancos no fueron los únicos que desconfiaron de mi proyecto empresarial. Muchos de mis colegas, amigos y familiares pensaban igual. Desde el día que decidimos montar nuestro negocio, los que nos conocían nos auguraron un rotundo fracaso. Todos se equivocaron. Absolutamente todos.
Primero vendemos la ropa, después la fabricamos
Si hay estrés y dificultad el éxito sabe mejor.