Definitivamente podemos decir que el sector de la salud ha cambiado, o al menos, que lo está haciendo en la actualidad. La aparición de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación ha propiciado la transformación digital del sector para adaptarlo a la era actual. Y los cambios se pueden observar. La digitalización de las historias clínicas o las recetas digitales ya forman parte de una nueva forma de hacer medicina: la telemedicina.

Entendemos por telemedicina el uso que se hace de las tecnologías de la información y de los sistemas de telecomunicaciones para ofrecer servicios de asistencia médica a la población. Aprovechando las prestaciones de Internet y de los sistemas telemáticos, la telemedicina permite que no sea necesario que el profesional de la salud y el paciente se encuentren en el mismo lugar para que este último sea atendido. Así, las personas que viven en áreas rurales, zonas remotas o alejadas de los núcleos urbanos pueden acceder de forma más fácil a los servicios médicos.

Con la telemedicina, el paciente puede tener acceso a los servicios médicos desde casa, solamente con un ordenador o una tableta. Por su parte, los médicos pueden explorar al paciente a distancia, agregar anotaciones a su historial digital y consultar con otros especialistas. A la vez, los centros de diagnóstico formados por especialistas revisan y hacen seguimiento de los pacientes que emiten sus datos desde la distancia.

Servicios de la telemedicina

El objetivo de la telemedicina es ofrecer soporte clínico para garantizar que toda la población reciba una atención médica adecuada, superando las barreras geográficas y conectando usuarios que no se encuentran en el mismo sitio.

La telemedicina ofrece distintos servicios complementarios o sustitutivos de los de la medicina tradicional que se pueden llevar a cabo, como hemos dicho, gracias a los dispositivos digitales, los sistemas de telecomunicación e Internet. La mayoría de estos se centran en la gestión clínica de datos y en el diagnóstico de casos, siendo la teledermatología, teleradiología, telepatología y teleoftalmología las especialidades más comunes.

Seguramente, uno de los servicios más conocidos sea el almacenamiento y envío al momento de los datos clínicos de un paciente de un centro médico a otro. Por ejemplo, los resultados de una ecografía pueden ser enviados de inmediato al profesional de salud correspondiente, el cual los podrá consultar al momento.

Paralelamente a la visita médica presencial, en telemedicina es posible la visita médica virtual, en la que profesionales de la salud y pacientes pueden comunicarse de forma interactiva y en tiempo real mediante videoconferencia. Esta visita puede realizarse desde casa, con un dispositivo electrónico apto para emitir vídeo y audio, o bien desde un centro de salud que tenga una sala habilitada para ello.

A todo esto, uno de los servicios más novedosos y relevantes en telemedicina son los sistemas de monitorización de pacientes a distancia dirigidos, sobre todo, a aquellos con enfermedades crónicas que necesiten un seguimiento constante. Para ello, es necesario que el paciente disponga de dispositivos para la obtención de parámetros vitales.

Infografia de tipos de telemedicina

¿Qué patologías pueden controlarse a distancia?

En general, es posible la atención, consulta y seguimiento a distancia de cualquier afección y dolencia, por específica que sea. El telediagnóstico es, por el momento, el servicio más avanzado y extendido en telemedicina, destinado a toda la población. Entre ellos, las consultas dermatológicas y oftalmológicas suelen ser las más requeridas.

Aun así, los pacientes con enfermedades crónicas son los que más pueden beneficiarse de la telemedicina gracias a los sistemas de telemonitorización. De esta forma, las personas con diabetes, cáncer, problemas cardíacos, respiratorios o renales, por nombrar solo algunos, pueden disponer de un seguimiento y tratamiento a distancia.

Beneficios de la telemedicina

La implementación de los sistemas de telemedicina puede aportar muchos beneficios a la sociedad:

1. Reduce costes

La telemedicina evita que los pacientes realicen desplazamientos innecesarios a sus centros de salud, reduciendo horas de transporte y costes. Igualmente, también supone un menor gasto para el sistema sanitario, que puede ahorrar en infraestructuras, desplazamientos, urgencias y hospitalizaciones.

2. Facilita el acceso a la atención médica

El telediagnóstico beneficia a aquellas personas que viven en zonas rurales o áreas muy aisladas, permitiéndoles recibir atención médica más fácilmente. Además, hay pacientes en casa con enfermedades crónicas o en convalecencia para los que puede ser perjudicial desplazarse. Con la telemonitorización, pueden recibir tratamiento de forma efectiva sin abandonar su hogar. 

3. Mejora la calidad del servicio asistencial

Generalmente, los centros de salud suelen estar congestionados de gente esperando para entrar en la consulta o pedir cita con su médico. La telemedicina reduce los tiempos de espera de los pacientes y posibilita la intervención médica temprana.

4. Empodera a los pacientes

Los pacientes aprenden a usar dispositivos y sistemas de telemedicina que los hace más conscientes y proactivos en el seguimiento y tratamiento de sus enfermedades.

La telemedicina en España

En este artículo ya mencionamos que el 2018 podría ser el año definitivo para que la telemedicina se implementara con fuerza en España, y parece ser que así está ocurriendo. Actualmente, son muchas las comunidades autónomas que ya están promulgando y llevando a cabo iniciativas y proyectos relacionados con esta forma de hacer medicina.

Desde 2002, el Servicio Extremeño de Salud (SES) ofrece atención médica a distancia gracias a la implementación de la telemedicina. De momento, son posibles las consultas en 25 especialidades médicas (entre ellas, neurocirugía, oftalmología y dermatología), aunque se prevé que este 2018 se puedan ofrecer cinco especialidades más, como cirugía plástica y salud mental. Estos servicios se prestan en 77 salas de consulta equipadas con los medios necesarios y repartidas por diferentes hospitales, centros de salud, centros sociosanitarios y residencias de ancianos de Extremadura.

Más recientemente, la Comunidad de Madrid ha decidido implantar para este 2018 servicios de telemedicina en las 25 residencias de ancianos que forman parte de la Agencia Madrileña de Atención Social (AMAS). Esta decisión favorecerá que las personas mayores puedan recibir atención médica y un seguimiento de su estado de salud sin necesidad de que salgan de la residencia. Este servicio de telemedicina contará con las modalidades de televideomedicina (para consultas dermatológicas, ortogeriátricas y de rehabilitación) y teleenfermería.    

En Cataluña, los hospitales del Institut Català de la Salut (ICS) han comprobado cómo las actividades de telemedicina han aumentado un 20% este 2018. De la misma manera, los Centros de Salud Primaria (CAP) también han visto crecer las visitas médicas no presenciales un 9,1% en comparación con las presenciales, que han disminuido un 0,3%.

TELEA: el ejemplo de monitorización gallego

Asimismo, el Servicio Gallego de Salud (SERGAS) ha desarrollado TELEA, una plataforma digital de teleseguimiento de pacientes crónicos en su domicilio. De momento, son 20 los centros de salud que disponen de esta plataforma de teleseguimiento, aunque se espera que en 2020 todos los Centros de Atención Primaria de Galicia la tengan incorporada. Plataforma TELEA

La plataforma TELEA está pensada para monitorizar a distancia aquellos pacientes con enfermedades crónicas que estén en su domicilio para evitar que se desplacen. Mediante un dispositivo electrónico, como una tableta o un ordenador, el paciente introduce en la plataforma las variables clínicas que su médico le haya indicado y estas se registran directamente en su historial clínico electrónico. Con esta información, el equipo médico monitoriza en tiempo real la situación clínica de cada paciente y puede ofrecer soluciones de inmediato en caso que sea necesario. Además, la plataforma también permite al médico realizar llamadas telefónicas o videollamadas a los pacientes, así como enviarles correos electrónicos.

Este sistema supone una gran ayuda para las personas que padecen de enfermedades crónicas, porque:

  • El seguimiento de la enfermedad es más eficiente y eficaz.
  • Aumentan las probabilidades de impedir recaídas o empeoramientos.
  • Incrementa la capacidad de anticipación y de respuesta de los médicos.
  • Los pacientes se sienten más tranquilos y seguros al encontrarse bajo seguimiento continuo.

Docline, una plataforma de consultas online

Desde el sector privado español también encontramos proyectos de telemedicina para facilitar la accesibilidad y conectividad de los pacientes con los profesionales sanitarios. Un ejemplo de ello es Docline, una startup malagueña que ayuda a conectar pacientes con profesionales de la salud mediante videoconsulta y chat. La plataforma se llevó el premio Esteve 2018 en la categoría Área Médica por su contribución a la mejora de la calidad de vida de las personas.

Logo de Docline

Por el momento, Docline cuenta con una comunidad de 200 profesionales de la salud de 22 especialidades para recibir y atender las consultas de pacientes. Los profesionales sanitarios de Docline cuentan con una plataforma privada para ocuparse de las consultas de los pacientes, solicitar segundas opiniones médicas y emitir recetas online.

Los pacientes pueden conectarse desde cualquier dispositivo electrónico sin tener que esperar ni desplazarse para recibir atención médica. Según Docline, la videoconsulta es el canal preferido para las consultas no presenciales de la plataforma: un 65% se desarrollan por vídeo, mientras que el 35% son por mensaje privado o chat.

De cara al futuro, Docline espera implementar aplicaciones de triaje y de evaluación de síntomas para la realización de pre-diagnósticos antes de pasar la consulta a un profesional médico.

El estado de la telemedicina en el mundo

Las primeras formas de telemedicina surgieron en los años 60, cuando se empezó a utilizar los sistemas alámbricos (el teléfono) e inalámbricos (la radio) para transmitir y recibir parámetros médicos. En los 80, estos datos comenzaron a enviarse mediante líneas alámbricas RSDI, que permitían también transmitir imágenes. Ya en los 2000, Internet supuso un avance para la transmisión de grandes paquetes de información médica a la vez.

A día de hoy, los sistemas de telemedicina se pueden encontrar integrados en cualquier parte del mundo en mayor o menor grado de desarrollo. Sin embargo, y de forma común, suelen ser vistos como una herramienta de soporte al sistema de salud actual, y no como un servicio completo y único.

Estados Unidos, Canadá y Reino Unido son los países donde la aplicación de la telemedicina es más amplia con el uso de sistemas por satélite y de fibra óptica en los centros de salud, y de tecnología inalámbrica para la atención médica desde casa. Los motivos por los que tienen tan integrada la telemedicina es por el alto coste de la atención sanitaria, así como la gran densidad poblacional dispersa por el territorio.

Unas de las preocupaciones que genera la telemedicina es la confidencialidad de los datos del paciente y la posible falta de seriedad y responsabilidad de los médicos. Respecto a esto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió en 2005 una resolución que indicaba que la telemedicina debe basarse en los mismos principios éticos que la medicina tradicional, es decir, privacidad, confidencialidad y protección de la dignidad humana.

¿Una solución para los países subdesarrollados?

Aunque lo parezca, la telemedicina no está limitada a los países desarrollados: se suele plantear como una solución para la mejora de la salud global de las comunidades, sin importar su economía o su ubicación en el mapa. De hecho, las funcionalidades de la telemedicina son iguales o más beneficiosas para las personas de los países del tercer mundo.

La implementación de la telemedicina en estas comunidades supone que las personas con menos recursos puedan tener acceso a servicios médicos de calidad. Y es que en estos países suele ser difícil el acceso a los servicios médicos, ya que la dispersión poblacional suele ser elevada, las distancias muy largas y muy pocos los médicos disponibles. Del mismo modo, también puede ayudar a eliminar las barreras de género en los países donde las mujeres tienen restricciones para acceder a la sanidad.

Gracias a Internet y a los sistemas de telecomunicaciones, es posible que los médicos evalúen y ofrezcan diagnóstico y tratamiento a distancia. Además, de forma más económica que construyendo infraestructuras y contratando y trasladando profesionales sanitarios a estos países.

Un ejemplo de ello lo encontramos en Ghana, África, donde el Servicio de Salud juntamente con la Fundación Novartis, implementaron un proyecto de telemedicina para conectar servicios médicos con pacientes mediante centrales telefónicas:

https://www.youtube.com/watch?time_continue=293&v=ZOVR40LD03E

Desgraciadamente, la implantación de la telemedicina en los países del tercer mundo cuenta con una serie de limitaciones. Por una parte, las personas de estas comunidades no tienen nociones tecnológicas, sobretodo las personas mayores, por lo que les resultaría difícil utilizar según qué dispositivo electrónico. Y por otra parte, las infraestructuras de estos países suelen ser inadecuadas o insuficientes para el acceso a Internet. Sistemáticamente, las comunicaciones por vídeo no se podrían establecer o se producirían con retraso y la resolución de las imágenes transmitidas se vería afectada. Todo esto limitaría la eficacia de los diagnósticos, y consecuentemente, haría que fuera complejo establecer la telemedicina eficazmente en los países subdesarrollados.

Aun así, la telemedicina es una ciencia en constante evolución y, definitivamente, es el futuro de la sanidad. Es solo cuestión de tiempo que esta nueva forma de entender la medicina pueda ser una realidad en todo el mundo.

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