El Mobile World Congress es un gran escaparate de las ultimas innovaciones en el campo tecnológico y digital. Este año, por ejemplo, nos encontramos con el fundador de Netflix, la empresa de contenido audiovisual que ha irrumpido en el mercado proponiendo otra forma de consumir películas y series digitalmente. Pero hay otros sectores que entran pisando fuerte en el sector mobile. Uno de ellos es el campo de la salud y el bienestar, el cual ha ganado presencia en el congreso actual. Existen multitud de aplicaciones para controlar el ejercicio que practicamos, para calcular las calorías que comemos o para ejercer un seguimiento de nuestra enfermedad, entre otras.

La salud tiende al digital

Ya en el día de apertura del MWC se celebró «The Future of Health is Digital», una conferencia que puso sobre la mesa las tendencias y las oportunidades del sector de la salud y el bienestar en la tecnología móvil. Por otra parte, ayer se celebró la conferencia «AI Assisted Society: Digital Health and Beyond», donde directamente se relacionaba el uso de estas aplicaciones con el tratamiento de datos masivo o Big Data. Se habló sobre como los datos sanitarios de los usuarios pueden ser muy útiles en cuanto a la investigación médica y al tratamiento de los pacientes.

El uso del Big Data en salud

Sarah Chan, especialista del Instituto Usher para la Informática y las Ciencias de la Salud en la Universidad de Edimburgo | Foto: MINCYT

En el año 2016 se lanzaron unas 150.000 aplicaciones nuevas relacionadas con la salud. Hay millones de usuarios que las utilizan a diario, generando una cantidad de datos abrumador. Si bien estos datos son de gran utilidad para los médicos que tratan a sus pacientes, se ponen de manifiesto diversas controversias entorno al uso que se les pueda dar más allá de su función principal. La especialista del Instituto Usher para la Informática y las Ciencias de la Salud de la Universidad de Edimburgo, Sarah Chan, no se esconde al decir que el Big Data puede salvar vidas, pues se trata de mucha información que facilita la investigación en diferentes ámbitos médicos y propulsa de paso la innovación científica. Pero avisa del riesgo que nuestra información personal se utilice con finalidades comerciales o políticas. Por eso evidencia la necesidad de llevar a cabo un contrato social para saber qué se hace con los datos y quien se beneficia de ellos.

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