Cuando alguna vez he leído o escuchado una entrevista que le hacían a algún personaje de turno, y le preguntaban _ dígame un libro que le haya gustado mucho o sea su favorito _ la persona entrevistada, le daba un sorbo al vaso de agua que le habían puesto al lado de su asiento, solo después de unos segundos y muy tranquilamente siempre responden citando uno o dos títulos o autores. Aún hoy, siempre que un periodista plantea esta cuestión, me quedo pensando lo mismo, si fuese a mí a quien le hacen la pregunta, ¿Qué le respondería?

¿Un libro qué me haya gustado? ¿De qué género? ¿A qué se refiere usted? ¿Me haya hecho reír? ¿Un libro que me haya emocionado o impactado?, o ¿con el que lloré? ¿No pude dejarlo hasta que lo terminé?. ¿Una obra maestra?, ¿la historia más asombrosa?

Ni aunque me enviaran un cuestionario con tiempo para que lo pensara bien no sabría mencionar un libro o autor, de los que haya leído, al que le daría el peldaño más alto del podio, sería muy difícil e injusto para muchos con los que he disfrutado, en cada época o circunstancia.


El Castillo de Kafka y el muro
El Castillo de Franz Kafka y cómo «afecta» a un muro.

El impacto de un libro
Esto es «El impacto de un libro»

Un libro fue el origen para la creación de esta obra que no para de circular desde 2016 por las redes. Incrustado en la base de un muro de ladrillos sin estar ni siquiera pegado, el libro muestra como provoca cambios y desperfectos en su estructura, dando paso a renombrar la obra por » El impacto de un libro» cuando inicialmente su autor, el mexicano Méndez Blake la había llamado «El Castillo», como el título de la obra de Franz Kafka


Este artículo de hoy trata algo de eso, de impactos, y para ello he hecho un repaso a mi librería, he seleccionado algunos libros al azar y otros porque quería hablar realmente de ellos, son de diferentes etapas de mi vida, la mía propia, no tienen que ser juzgados por buenos, malos o regulares, son los míos y si aún los conservo es porque significan algo para mí. No son todos lo que tengo, pero tengo todos los que te cuento aquí.

A mí me gusta un libro o no me gusta. Si un relato me engancha, me hace pensar, enseña algo o ayuda a evadirme con su lectura, ya es una buena obra para mí. No juzgo a un libro de ninguna otra forma.

Por otro lado, soy una caótica lectora, puedo pasar de un género a otro, y exceptuando los libros de terror a los que aborrezco, por lo demás leo de todo, ensayos, historia, novela, dramas, comedia, misterio o detectivescas, ciencia ficción, fantásticas o distópicas. Muchos cuentos y biografías. ¡Y no te digo de empresa o tecnología! ¡o hasta de fotografía! que tengo la tira, aunque de todos estos otros libros te contaré en otro capítulo, que también me gustan muchísimo, pero hoy no toca hablar de ellos.


Libros de fotografía que son ya un ARTE en sí mismos. C Magazine de Ivory Press. Estos, en mi librería. De ellos hablaremos más adelante.

Ahora pongámonos en situación, tu eres un o una periodista, como menciono al inicio, y me haces las siguientes preguntas para que yo te cuente:


¿En qué formato prefiero leer?


El libro clásico, y si es con tapa dura mejor, es como leo principalmente. Si alguien me dice aquello de «Laura, ¡con lo tecnológica que eres!. ¿Cómo es que no te has pasado al digital?», yo respondo ¡Larga vida a los libros de siempre! El papel es mi formato favorito para leer, son mis «libros de evasión», así es como los llamo.

Aunque, por otro lado, sí que tengo en mi iPad todos los demás tipos de textos, prensa y revistas a las que estoy suscrita, white papers y otros tipos de contenidos en formato PDF. También tengo una aplicación muy útil que se llama BLINKIST que ofrece un buen catálogo de libros resumidos en capítulos, aunque claro está, lo utilizo para ponerme al día sobre un tema en concreto de forma rápida y obtener los conceptos generales que necesito conocer, por ejemplo libros sobre política, ciencia, salud, negocio, nuevas herramientas, etc. y que vienen reducidos a lo estrictamente esencial.


No todo en la vida es hacer las cosas mejor y más rápidamente. La lectura es una de ellas, disfrútala con tranquilidad.


Los libros para evadirme son otra cosa. Odiaría utilizar la pantalla para leer cuando me voy a la cama o cuando desconecto a la hora de comer. Y cuando alguien me viene con las supuestas ventajas, como que cuando viaja se puede llevar todos los libros que quiera, les respondo que yo no me llevo más de dos libros, ¿es que le da tiempo de leer más de uno? .

Me imagino a mi misma a la sombra de un árbol leyendo o en una tumbona al lado del agua ¿hay mayor placer que ese en verano? ¿o en mi sofá con una mantita en invierno? O sea que cada cosa en su momento y forma. Cada uno que goce como quiera, pero a mí regálame los libros, que no quieras, en papel.


¿Algunos descubrimientos de libros que hice en su día y algunos autores que abandoné?


Los libros, o son un regalo, o me los recomiendan, o leo sobre ellos o los descubro por esas cosas del destino. Muchas veces los compro simplemente porque me gusta su portada, su título o después de leer unas páginas.

Dos de mis libros que me impactaron mucho y que los tengo en un mismo bloque a ambos, son: La Conjura de los necios de John Kennedy Toole, y su entrañable personaje, Ignatius J. Reilly. Fue la única obra de su autor y que se publicó póstumamente en 1980, 20 años después de que su autor lo escribiera, Toole se quitó la vida antes de ver su gran obra maestra en las librerías. Otro libro, El perfume de Patrick Süskind. Aunque ambos relatos son de dos sub-géneros diferentes de novela, el primero es una tragicomedia disparatada de la vida de su protagonista, el segundo libro es la historia de un asesino aberrante. Ambas historias coinciden en dotar de un realismo extremo las situaciones que se cuenta y de hacer un gran retrato muy despiadado del género humano y sus miserias.


Si un libro te gusta, los tienes separados, y recurres a ellos de nuevo y los lees más de una vez, eso me pasa con El cisne negro: El impacto de lo altamente improbable de Nassim Nicholas Taleb. Cuando a inicios de enero de 2019 me puse a sintetizar todos los descubrimientos que habían pasado durante los años 10, año por año, y así al menos recordar lo que ya estaba inventado y que podría transformarse próximamente, no era para visualizar el futuro, sino para quien no tuvo en cuenta lo que ya pasó, le diera otro repaso. Tengo muy en cuenta esta aproximación y punto de vista de lo que cuenta Taleb, que este mundo nuestro está bastante dominado por los extremos, lo aleatorio, lo improbable y lo que nunca ha pasado (según lo que sabemos, claro) y aun así seguimos haciendo predicciones sobre datos y hechos pasados, siempre centrándonos en lo conocido y en lo repetido, … La representación gráfica de la campana de Gauss no estuvo nunca más cuestionada.


Los Años 10 según Laura Vaquero
Puedes descargar este eBook para tu comodidad de recurrir a él cuando quieras.
Qué ocurrió. Que está ya inventado. Qué se puede transformar. Cómo seguimos. Qué más oportunidades hay. No podemos prever nada a ciencia cierta, pero al menos lo que pasó en los últimos años lo tengas en cuenta por si se te pasó, siempre sin olvidar que solo son «pistas» por cómo podrán derivar. No podrás evitar las sorpresas, buenas o malas, pero sí podemos prepararnos para admitir que todos somos CISNES NEGROS.
(Por Laura Vaquero / GAEAPEOPLE )

Y ahora de golpe, cambio a otro tipo de lectura y nada que ver con lo anterior, toca mencionar a estos otros tres libros que descubrí al azar, y los añado, por lo muy populares que se convirtieron luego:

Los puentes de Madison County de Robert James Waller y Alicia Steimberg, no recuerdo exactamente cómo llegó a mis manos este libro, pero cuando salió la película unos años más tarde yo me resistí ir a verla, el libro me había gustado tanto que no quería que me defraudara, recuerdo perfectamente que me lo leí de una sentada y no lo solté hasta que lo terminé, ¡llorando a moco tendido!.

Un libro que compré, sin saber más, solo lo que decía su contraportada, ese fue Harry Potter y la piedra filosofal de J. K. Rowling, lo descubrí en Londres dos años antes de que se publicara en español, tuve un retraso en el aeropuerto de Gatwick de montón de horas y cuando llegué a casa ya lo había acabado, otro impacto, me convertí en una fan absoluta, en casa tenemos la colección completa en inglés.

Otro descubrimiento fue Los hombres que no amaban a las mujeres de Stieg Larsson, este lo compré solamente porque me llamó la atención el título, qué lástima que su autor nos dejara tan pronto, estoy segura de que hubiera seguido leyéndole, uno de los mejores relatos de novela negra que haya leído, bestial.

Cuando me gusta una obra, siempre voy en busca del siguiente libro que haya escrito ese mismo autor, pero si resulta que el siguiente relato no me gusta, ya no le leo más, no sé por qué lo hago, pero es que me da una pereza tremenda volver a intentarlo, un ejemplo de esto me pasó con Javier de Marías, que no pasé del tercer título suyo; o de Isabel Allende que me leí bastante hasta que llegó Afrodita, y luego quedaron en el olvido.

O de Haruki Murakami, que menos mal que me había leído bastantes libros suyos antes de que llegara su celebérrima obra El descolorido Tsukuru Tazaki y sus años de peregrinación, que me pareció un pelmazo y no pude acabarla. Ya sé que no es cool decir algo así de Murakami, sin embargo, lo que ya he leído suyo es más que suficiente, sigue siempre un mismo patrón tal fácil de prever, que ya me aburre.


Libros Casa GaeaPeople
Rincón de lectura en el despacho de GaeaPeople

Aunque a veces, de estos desamores, nacen otros grandes amores, adiós a Murakami y descubrí a Kyoichi Katayama y su Grito de amor desde el centro del mundo, libro muy anterior al de su compatriota, y que yo, como inculta de la literatura japonesa, desconocía. No tienen nada que ver estos autores, solo que son japoneses.

Para engancharte con sus relatos de misterios, no hay ninguno mejor como Seishi Yokomizo, que con El clan inugami me pasó como cuando descubrí a Larsson y su Saga Millennium, que me dio por buscar autores de novelas criminales suecas ¡y vaya que los disfruté!. Si te gusta este género, estos autores de a continuación son muy absorbentes: Henning Mankell, Cämilla Läckberg, Âsa Larsson, Börge Hellström, Anna Jansson.


¿Lo último que he leído y otros libros que están por acabar?


Disfruto con las historias emprendedoras, es decir historias de negocios que empezaron de la nada, uno de estos últimos que leí fue Aquí no hay reglas de Reed Hastings, el fundador de Netflix y Perdiendo la Virginidad de Richard Branson, fundador de Virgin. Un estadounidense y el otro británico. Te asombrará sus ideas, muy poco que ver con la cultura empresarial al uso, me ha gustado descubrir que yo practico muchas cosas de las que cuenta, aunque claro está con valoraciones, de terceros, completamente diferentes. ¡Aquí en estas latitudes a los que se nos ocurre hacer lo mismo, nos tildarían de ingenuidad :-)!

Y de Branson, ¿Qué más se puede decir de Sir Richard Branson? Es un ser absolutamente asombroso, tienes que leerlo. Ambos libros me han gustado muchísimo, dos estilos de liderazgo muy diferentes y formas de vida completamente lejanas una del otro.


Libros de casa de Laura Vaquero
Hice fotos de varios libros que tenía en mi librería de casa para ilustrar este artículo

Tengo sin acabar, al lado del sofá, a Einstein de Walter Isaacson. Descubrí a este autor en 2011 con la biografía de Steve Jobs, y luego leí también la obra que escribió sobre Leonardo da Vinci.

He terminado Una Tierra prometida de Barack Obama, un gran tocho, pero que ha sido bastante entretenido, yo que había sido una fan de la serie «El lado oeste de la Casa Blanca» y me tragué las 7 temporadas completas que hasta me dio ¡casi depresión cuando acabó!, la serie ha sido superada por la realidad de Obama, como no podía ser de otro modo, aunque lo que cuenta es casi como las aventuras del otro presidente de ficción, Josiah Bartlet, historia que había acabado en 2006 y teniendo en cuenta que Obama empezó su historia presidencial en 2009, me parece casi lo mismo. Lo mejor del relato de Obama es que las situaciones y los nombres de los personajes son reales. Cuando está contando ciertas cosas, me las estoy imaginando como lo vi en la serie.


¿Qué leí durante el confinamiento?


No pude leer tanto como me había preparado para hacer, pues tuvimos muchísimo trabajo, aún así leí bastante y muy variado, desde el libro Noches sin dormir de Elvira Lindo, su propia historia del último año que pasó en Nueva York; hasta la historia autobiográfica de Phil Knight, fundador de Nike, con su obra Nunca te pares, que me encantó. Cómo evitar un desastre climático de Bill Gates, casi mejor no haberlo leído, pues es una quimera que los políticos se pongan todos de acuerdo para acometer tal tarea colosal que Bill propone de hacer y evitar el desastre climático que nos acecha.

La novela negra o policiaca es lectura muy socorrida para los aeropuertos y trenes, para desconectar del ordenador, y si son misterios enrevesados aún mejor, uno fácil de leer es James Ellroy, por ejemplo, el último para mí fue Esta Tormenta, y luego tenemos a Dolores Redondo, La cara norte del corazón. De negocios y mi mundo de Internet, volvería a destacar, Funky Business de Jonas Ridderstrale y Kjell Nordström, tenía este libro desde 2002, año que fundé OmniGaea, y ya entonces me había encantado su desafío para las empresas, si lo descubres ahora, te darás cuenta de que la apuesta que pretendían transmitir en el año 2000 sigue muy vigente hoy en día.


¿Qué recuerdo de mi infancia y juventud?


Había muchos cuentos por casa, y libros de todo tipo, somos 6 hermanos ¡y con una madre, que no hay otra igual como la mía!. Mi madre es la mayor lectora de su generación, por lo menos que yo conozca de mi entorno, aún hoy con 88 años, ella no se va a la cama sin su libro. Los primeros libros que puedo recordar con verdadero cariño son «Los cinco» y los «7 secretos» ambas colecciones de Enid Blyton. Los teníamos todos y algunos aún los conservo yo en mi casa.

También tengo un espacio especial para el librito de El Principito Antoine de Saint-Exupéry, y que recomiendo que todo niño debería tenerlo en su infancia ¡y para los mayores también!

¡Y que buenos momentos pasados con las tiras de Quino! aún su humor es tan vigente que la pobre Mafalda estaría hoy ya más que resignada o seguiría tirándose de los pelos. Los problemas del mundo son iguales que entonces o peores. Tenía todos sus libretos, y aún me quedan algunos enteros.


Con la adolescencia llegó mi vena más romántica, que me inicié con Charlotte Brontë y su Jane Eyre, Sentido y Sensibilidad y Orgullo y prejuicio, luego seguí con Cumbres borrascosas de su hermana Emily Brontë, que no me gustó nada y menos su insoportable personaje masculino principal, el odioso Heathcliff.

El momento sublime de la lectura en mi juventud me llegó con Louisa May Alcott, Mujercitas. Luego ya más tarde llegaría Rebeca, y que recordé bastantes veces aquello de «Anoche soñé que volvía a Manderley«, palabras de Daphne du Maurier, y como siempre que ocurría cuando me gustaba un libro, iba a por los demás que había escrito su autor, en este caso la escritora, y seguí con El General Del Rey y Mi prima Raquel.

Otra autora de esa época que leí bastante fue Pearl S. Buck, para quien no la conozca fue la primera mujer de su país en conseguir un premio Nobel en literatura en 1938 y aunque recuerdo perfectamente que sus relatos siempre tenían a China de trasfondo, y sobre todo a las mujeres y cómo vivían entonces. Aunque era estadounidense había vivido casi toda su vida en ese país. De esta autora solo podría mencionar un título de memoria, Viento del Este, viento del Oeste, sí que recuerdo bien a su personaje femenino y las circunstancias culturales en la China de la época, muy duras desde el punto de vista occidental y, por lo tanto, difícil de olvidar.

Y de mi generación, ¿Quién no leyó Buenos días, tristeza de Françoise Sagan? ¿y lo más pecaminoso no era Anna Karenina de León Tolstói, un libro del siglo IXX? ¡que historia tan triste y obsesiva!

No solo me «alimentaba» de romanticismo, también de un montón de comics de la época, había la tira de ellos en mi casa, mi madre nos los compraba con las revistas y la prensa del fin de semana.

¡Y qué aventuras había también! con Los viajes de Gulliver, David Coperfield de Charles Dickens, Robinson Crusoe, Moby Dick de Herman Melvilley, Los hijos de Capitan Grant y Miguel Strogoff de Julio Verne o La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson.

¡Parece mentira, menos Sagan, estos libros son de nuestros «antepasados», ¡teniendo en cuenta los años en que se escribieron todos! Y aún hoy los disfrutamos igual.


¿Otros libros de mención a parte?


Como habrás comprobado, por muchos libros que he mencionado, me gustan mucho los libros también autobiográficos, y podría decir que de esos, los que más disfruto son los históricos o de grandes aventuras, como las grandes expediciones de Joshua Slocum o Ernest Shackleton. Una autobiografía ya es un gran reto en sí misma, solo el hecho de que te sientes a escribir sobre tu vida, eso ya es una gran aventura, imagínate si encima va de un viaje a lo desconocido, un emprendimiento empresarial, el trabajo de investigación para conseguir la cura de una enfermedad, sobre cómo se sale de la más absoluta miseria y desgracias y se consigue llegar a lo más alto, de persecuciones de las que se consigue escapar con audacia y bueno, cualquier historia contada en primera persona.

Estas historias autobiográficas son las que más me da que pensar, para lo bueno o para lo malo, son con las historias de los demás donde hago más anotaciones, en sus pies de páginas. Tengo otras muchas historias de grandes directivos o emprendedores, desde el primero que leí, Lee Iacoca, luego Jack Welch o hasta Bloomberg, esos eran otros tiempos, ahora disfruto con otro tipo de historias más audaces de emprendimiento, pero no quita que fueron muy instructivos.


Hay otros libros muy instructivos, como pretende «Pensar rápido, pensar despacio» de Daniel Kahneman para cómo entender cómo funciona nuestro cerebro más allá de como te lo habían contado, nos explica sobre el sistema 1 (S1) y el sistema 2 (S-2), el primero más intuitivo, emocional y de respuesta rápida y el segundo más controlador, más lógico y razonado que es el que tiene que mantener a raya al (S-1) Empecé muy interesada, pero ahí se quedó a mitad, pues vaya tejemaneje de palabras y vueltas que le da a todo, que no sé cómo alguien no se pierde leyéndole.

Y si hablamos de más docencia, ¿Cómo puedes explicar mejor a unos alumnos de secundaria sobre el Holocausto que con el libro de El niño con pijama de rayas de John Boyne?. Lo descubrí porque fue de lectura obligada cuando mi hija hacía la ESO, y me hizo recordar cuando en el colegio nos hicieron leer, El diario de Ana Frank, ¡como lloré con aquel libro!.


Para conocer una perspectiva diferente de la historia de Latinoamérica, la crudeza de la narración en la obra de Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina, no puede dejar indiferente a nadie. El impacto y dolor de estómago que me dejó El Atentado de Yasmina Khadra es una corta historia sobre el conflicto bélico en Oriente próximo, contado por alguien que no te esperas y que sufre en carne propia las consecuencias, para leerlo de una sentada. Y para conocer nuestra historia más reciente mi elegido no puede ser otro que Stefan Zweig y sus Momentos Estelares de la Humanidad y El Mundo de Ayer.

Un punto final a este capítulo, sobre mis libros, tengo que cerrarlo con un personaje por encima de todos los demás y ese es: Juan Valjean, el protagonista de Los Miserables de Victor Hugo.


Y aquí acabo por ahora pero con un continuará. Este espacio no da para más. Cuéntame también sobre tus libros y recomiéndame más lectura. ¡Hasta la próxima!


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Una respuesta a “Nada ilumina más el horizonte que la lectura de un buen libro”

  1. Recomiendo a Erri de Luca y su novela «IMPOSIBLE», para los nacidos durante el franquismo es bueno recordar con el libro «LA TRANSICIÓN OCULTA» de Luis Miguel Sánchez Tostado. Las biografías de Fouche y de Maria Antonieta del maestro de maestros, S. Zweig. Y un libro que ya tiene unos años, pero que su relectura me ha seguido conmocionando es «EL ATENTADO» de Yasmina Khadra. También recomiendo «NO DIGAS NADA» de Patrick Radden Keefe, sobre los años «turbulentos» en Irlanda del Norte.

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