El 10 de julio de 1856, nació en Smiljan, en la actual Croacia, Nikola Tesla. Es considerado, a día de hoy, uno de los inventores más célebres de la historia de la humanidad. Uno de esos personajes que impulsan el desarrollo de toda una civilización.

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Nikola Tesla es conocido por sus hallazgos y patentes en el campo del electromagnetismo, forjando la base de los sistemas actuales para el uso de la energía eléctrica por corriente alterna, esenciales en la posterior Segunda Revolución Industrial. También es considerado uno de los padres de la comunicación inalámbrica.

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Estudiante demasiado brillante

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Como tantos otros genios, Nikola Tesla empezó sus estudios de ingeniería eléctrica, pero no los terminó. Sin embargo, durante sus años de estudio (durante los cuales siempre trabajó), tuvo problemas de adicción al juego, que causaron que rompiera relaciones con familiares y amigos. A Tesla se le atribuye memoria fotográfica y sinestesia, además de una casi divina capacidad de imaginar sus inventos con todo lujo de detalle antes de empezar ni siquiera a esbozarlos.

En 1880 se trasladó a Budapest, donde empezó a trabajar en una compañía de telégrafos. Poco después, se convirtió en jefe de electricistas. Más tarde fue ingeniero del primer sistema telefónico del país, donde desarrolló un invento que se consideró el precursor de los primeros altavoces.

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De la mano de Edison

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Debido a su temperamento inquieto e inconformista, Nikola Tesla se trasladó en 1882 a París, para trabajar en una de las compañías de Thomas Alba Edison, donde desarrolló distintos dispositivos que usaban el campo magnético rotativo. Esta experiencia le sirvió para, posteriormente, viajar a Nueva York donde siguió trabajando para Edison, quien le ofreció la tarea de rediseñar completamente sus generadores de corriente continua a cambio de una elevada cantidad de dinero. Tesla logró el objetivo, pero Edison no le pagó lo prometido, e incluso le denegó la petición de aumento de sueldo de 18 a 25 dólares semanales, con lo cual, Tesla renunció a su empleo.

Durante un breve periodo de tiempo, Tesla trabajó como obrero. Tiempo que aprovechó para visualizar el invento que le propulsaría a lo más alto, el sistema polifásico de corriente alterna. En 1886, fundó su propia compañía, la Tesla Electric Light & Manufacturing.

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Triunfador en “La guerra de las corrientes”

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A finales de la década de 1880 y principios de la década de 1890, se libró en EE.UU la llamada guerra de las corrientes. Aunque el término guerra hay que entenderlo en un sentido metafórico, la competencia comercial generada ante la expectativa de los grandes beneficios que obtendrían las empresas implicadas en el negocio de la electricidad, generó entre los distintos bandos, una tensión casi palpable.

Por un lado, la Compañía Edison, con el reconocido y prestigioso inventor y empresario Thomas Alba Edison a la cabeza, apostaba por los sistemas de corriente continua (CC). En el otro lado del cuadrilátero, se encontraba un ya experimentado Nikola Tesla, financiado por un prestigioso empresario, que apostaban por los sistemas de corriente alterna.

La opinión entre la población (mayoritariamente ignorante en conocimientos sobre electricidad), era que el poderoso y prestigioso Edison impondría su voluntad frente a Nikola Tesla, que en aquel entonces ya tenía cierta fama de excéntrico y controvertido. Pero el tiempo y los grandes inversores dieron la razón a Tesla, apostando por la distribución de sistemas eléctricos basados en la corriente alterna. Una apuesta segura y ganadora, como podemos apreciar, todavía a día de hoy en las instalaciones eléctricas de nuestro alrededor.

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Etapa de libertad creativa

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En los años siguientes, Nikola Tesla gozó de una notable popularidad, especialmente entre los círculos académicos y científicos. Desarrolló otras patentes como la bobina Tesla o el oscilador electromecánico Tesla, del cual el propio inventor afirmó que tenía el potencial para generar terremotos, contribuyendo a aumentar la percepción popular sobre Nikola Tesla como un “científico loco”. Durante esta etapa se obsesionó con la idea de transmitir la energía eléctrica sin cables a través del aire. Esta fue la idea que Tesla persiguió hasta su muerte, llegando a afirmar que “Antes de que pasen muchas generaciones, nuestras máquinas serán impulsadas por energía obtenida en cualquier punto del universo“

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Un proyecto prometedor, frustrado

A principios del siglo XX, en su obsesión para poner en práctica su revolucionaria idea, y con la carrera para conseguir la primera señal de radio que cruzara el Atlántico como telón de fondo, Tesla reunió una gran cantidad de dinero procedente de distintos inversores. En aquel momento comenzó a planear la instalación de la Torre Wardenclyffe (más conocida como torre Tesla), pero la gran envergadura del proyecto y las pocas expectativas de conseguir resultados a corto plazo, causaron que las inversiones dejaran de llegar. El proyecto, que Tesla pretendía que sirviera de laboratorio de pruebas mientras perseguía la idea de hacer llegar la corriente eléctrica sin el uso de cables a miles de kilómetros de distancia, se detuvo por falta de capital.

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Tesla fue considerado un excéntrico por mostrar públicamente unas ideas adelantadas a su época. Un soñador con los pies en la tierra. Su proyecto para transferir la electricidad sin cables, aun hoy nos parece inconcebible, pero podría haber cambiado el curso de la historia si la llamada Torre Tesla, no hubiese topado con la pérdida de interés de su principal inversor y la inminente Primera Guerra Mundial.

Nikola Tesla murió a los 86 años, rodeado de un halo de misterio por su carácter excéntrico y sus revolucionarias ideas. Pero la comunidad científica reconoció su valiosísima aportación, asignando el nombre Tesla a la unidad de medida del campo magnético. Más recientemente, otro soñador utilizó su nombre para la marca de coches eléctricos que revolucionaría, casi un siglo y medio después del nacimiento de Nikola Tesla, el sector automovilístico.

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