Los seres humanos adquirimos los conocimientos de diferentes formas, y estos se clasifican en función de esa procedencia y según cuál es su objetivo o cómo vayamos a usar ese conocimiento, este puede ser: CIENTÍFICO (se basa en el análisis, observación y experimentación); EMPÍRICO (las vivencias propias); FILOSÓFICO (documentación y razonamiento ordenado); INTUITIVO (se involucra la razón y la consciencia); LÓGICO (entendimiento de las ideas con coherencia).
En esta categoría, hemos clasificado para ello todo lo que tenga que ver con los datos, el análisis, la formación, el aprendizaje, los libros, experiencias, competencias, metodologías y la observación.
El problema con los expertos es que no saben lo que no saben.
La conversación enriquece la comprensión, pero la soledad es la escuela del genio.
Esta idea de que para tomar una decisión necesita centrarse en las consecuencias (que puede conocer) en lugar de la probabilidad (que no puede saber) es la idea central de la incertidumbre.
Un elemento de la mecánica según la cual la mente humana aprende del pasado nos hace creer en soluciones definitivas; pero no pensamos que quienes nos precedieron también creía que tenían soluciones definitivas. Nos reímos de los demás, y no nos percatamos de la posibilidad de que en un tiempo no muy remoto alguien este igualmente justificado para reírse de nosotros.
Piensan que la inteligencia consiste en darse cuenta de que las cosas son relevantes (detectar patrones); en un mundo complejo, la inteligencia consiste en ignorar cosas que son irrelevantes (evitando patrones falsos)
Desde Aristóteles, los filósofos nos han enseñado que somos animales muy reflexivos, y que sabemos aprender mediante el razonamiento. Se tardó un tanto en descubrir que efectivamente pensamos, pero que nos va mejor el narrar hacia atrás para hacernos la ilusión de que comprendemos y dar cobertura a nuestras acciones pasadas. En el momento en que olvidamos esta realidad, llegó la “Ilustración” para metérnosla en la cabeza por segunda vez.
Olvídese de tirar los dados o las cajas de bombones como metáforas de la vida. Piense en usted mismo como un robot soñador en piloto automático y estará mucho más cerca de la verdad.
El motor analítico, por el contrario, puede sumar, restar, multiplicar o dividir con la misma facilidad; y realiza cada una de estas cuatro operaciones de manera directa, sin la ayuda de ninguna de las otras tres.
Lo intelectual, lo moral, lo religioso me parecen todos naturalmente unidos y entrelazados en un todo grande y armonioso.
Se necesita humildad para darse cuenta que no sabemos todo, no dormirse en los laureles y saber que debemos seguir aprendiendo y observando. Si no lo hacemos, aseguramos que habrá una empresa que se está iniciando y que tomará nuestro lugar.
Cher Wang. CEO de HTC